ORBE, PADRE ANTONIO
A solas con el Señor
ANTONIO ORBE
Yo insinúo únicamente una trayectoria. El ideal sería atraer a todos a la ocupación más simple entre discípulos de Cristo: a estarse como María a los pies del Maestro, sin hacer más que oír sus palabras. Tratemos al menos de llevarlas adonde le puedan sentir. A solas con el Señor. A un silencio, incompatible con el ruido del mundo. Hacer silencio en el mundo, sería hermosa consigna para los amigos de Betania. Mejor consigna aún, hacer silencio en el alma, dentro de sí.
Sólo hay un Maestro que dijo y se hizo. Uno solo cuya Palabra fue eficaz y creadora. Más, santificadora. Las mismas cosas qué había hecho, en cuanto Sabiduría personal del Padre, durante el silencio de los siglos, eran dignas de Dios. Es la labor misteriosa del Verbo interno del Padre planeando los caminos de la creación y del amor.
Y no nos cansemos nunca de hacer silencio al Verbo escondido del Padre, creándole, mediante una vida totalmente ajena a carne y a sentidos, una atmósfera delicada y silenciosa en que continúe gustoso el diálogo admirable y único que sostiene con el Padre y con los suyos.