GIL DE MURO, EDUARDO T.
Los tiempos de Fray Juan de la Cruz quedan muy lejos. Y el enorme poeta que fue no se puede ver como consecuencia coral de una lírica no cultivada en aquel Carmelo, aunque él lograse traducir toda su honda experiencia espiritual hasta convertirla en un idioma pleno de belleza, misterio y trascendencia. Hubo, sí, poetas -y de relieve- en el nuevo Carmelo Teresiano masculino y femenino. La misma Teresa de Jesús, Cecilia del Nacimiento, Ana de la Trinidad, Francisco de Jesús, Jerónimo de San José, Diego de Jesús o Gerardo de Jesús María. Pero cuando se puede empezar a pensar en una poética teresiano-sanjuanista, y ciñéndonos a España, es cuando en ésta se hermanan la cultura y el mundo de la poesía. A nuestra gene-ración del veintisiete le suceden las del treinta y seis y del cuarenta. Y van apareciendo, de una en una, algunas revistas, premios poéticos, colecciones, certámenes ("alforjas"), dedicados exclusivamente a lo poético. Y en Burgos, el P. Emeterio García Setién, OCD, pone en marcha una entrega llamada ELICA (Escuela Lírica Carmelitana). En esta "Antología poética del Carmelo Teresiano contemporáneo" pretendemos recoger una muestra, breve aunque evidente, de lo que fue aquel movimiento lírico. ELICA fue su hogar y la primera revista de poesía de sacerdotes que se editó en España. ESTRIA, del Colegio Español de Roma, llegó más tarde. Lo cierto es que a todos los aquí presentes se les nota de lejos la influencia generosa de San Juan de la Cruz, y de una lírica espiritual que ya comenzó a tener en el Carmelo carta de ciudadanía.