ROMERO LÓPEZ, RAÚL
Canten al Señor un canto nuevo
Dedicatoria: A mi madre
Introducción
Salmo 126: El Señor cambió la suerte de Sión
Salmo 127: Si el Señor no construye la casa
Salmo 128: Que el Señor te bendiga desde Sión
Salmo 129: El Señor rompió las coyuntas de los malvados
Salmo 130: Desde lo hondo a ti grito, Señor
Salmo 131: Señor mi corazón no es ambicioso
Salmo 132: Elección de David y de Sión
Salmo 133: Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos
Salmo 134: El Señor te bendiga desde Sión
Salmo 135: Yo sé que Yavé es grande
Salmo 136: Porque es eterno su amor
Salmo 137: Junto a los canales de Babilonia
Salmo 138: Te doy gracias, Señor de todo corazón
Salmo 139: Tu me sondeas y me conoces
Salmo 140: Líbrame, Señor del malvado
Salmo 141: Suba mi oración como incienso en tu presencia
Salmo 142: Atiende a mi clamor, que ya no puedo más
Salmo 143: No entres en juicio con tu siervo
Salmo 144: Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor
Salmo 145: Todos los días te bendeciré
Salmo 146: Alaba, alma mía, al Señor
Salmo 147: El Señor reconstruye Jerusalén
Salmo 148: Alaben todos el nombre del Señor
Salmo 149: Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles
Salmo 150: Todo ser que alienta alabe al Señor
Bibliografía
Canten al Señor un canto nuevo
Gracias a la oración comunitaria de los Salmos, la conciencia cristiana ha recordado y comprendido que es imposible dirigirse al Dios que habita en los cielos sin una auténtica comunión de vida con los hermanos y hermanas que viven en la tierra. Pero, antes de ser recitados o cantados por una comunidad, los Salmos han de ser objeto de oración personal.