GINÉS RODRÍGUEZ, PABLO JOSÉ
Como periodista escribo sobre conversiones al cristianismo desde 2002. Habré leído, entrevistado o traducido, o al menos investigado con cierto detenimiento, las historias de unos 300 conversos modernos, del siglo XX y XXI, época de gasolina, electricidad, incluso Internet.
Es un mundo fascinante para explorar, porque en sus historias se puede ver cómo actúa Dios, a veces con suavidad y gradualidad, otras veces con sacudidas asombrosas.
Yo nací en una familia católica y practicante, y creo que en mis 43 años de vida me habré saltado solo tres o cuatro misas de domingo, y siempre por problemas logísticos, estando de viaje o por algún despiste. Sin embargo, en mi entorno, al crecer en Barcelona, escasearon los creyentes. Eran rara avis, sin duda, en mi universidad, la «muy roja» Universidad Autónoma de Barcelona en los 90. En mi clase de la carrera de Periodismo había unos 80 alumnos. Creo que sólo cuatro éramos católicos practicantes, y sospecho que los otros tres lo eran por razones identitarias o políticas (por españolismo uno, por catalanismo los otros).