GRANADOS GARCÍA, JOSÉ
Nuestro mundo se ha secularizado por haber olvidado el vínculo entre la carne y el misterio. Pues es en el cuerpo donde el Dios cristiano ha querido revelar su amor e invitarnos a abrazarlo. Por tanto, el interés de nuestra época por el cuerpo, con todas sus ambigüedades, puede leerse como una oportunidad para anunciar la salvación precisamente en ese lugar donde Dios ha querido ofrecerla. La Cuaresma, además de regalarnos una palabra sobre el cuerpo, nos invita a emprender un camino juntos para que el cuerpo se exprese. Pues el cuerpo habla a través de sus deseos, sus acciones, sus vínculos. Y por eso necesita de esas prácticas comunitarias en que los deseos, acciones, y vínculos, se orienten hacia la plenitud última del hombre: la unión con Dios. Lejos de negar la carne, las prácticas cuaresmales de oración, ayuno y limosna quieren enseñarnos de nuevo el lenguaje del cuerpo, capaz de abrir nuestras vidas hacia el misterio.