BERMEJO, JOSE CARLOS
Yo mismo viví en mi cuerpo y en mi corazón, el gran golpe de la infección por COVID-19. Hube de hacer mi duelo y gestionar la poderosa imaginación de un eventual fallecimiento virtualizado. En el mundo de pandemia por COVID-19, la muerte física se ha esposado con la vida digital.
Miles de muertos en Facebook, códigos QR en las lápidas para escanear y algo así como decir: Lázaro, sal fuera. Selfis en los funerales, legado y testamento digitales, empresas fúnebres que gestionan el post-mortem virtual, posibilidad de transformar los restos en compost para las plantas (humusation) para devolverlos a los familiares un año después del fallecimiento. Reconstrucción de androides a partir del rastro digital o la posibilidad de reencuentro con el fallecido en una experiencia de realidad virtual, cementerios digitales, tanatorios digitales, cuentas in memoriam...
Muerte, duelo y mundo digital, juntos durante la pandemia. La realidad de la muerte no puede ignorar el papel de estos elementos esenciales de la cibercultura en la experiencia con cuanto rodea a la muerte. La historia recordará que la pandemia provocó un cataclismo en el modo de vivir el acompañamiento al final de la vida y el duelo y que solo lo digital, siendo virtual, pudo ser real.