DANIEL COTTA
Effetá se inscribe conscientemente en el género del auto sacramental, relegado como especie teatral menor desde 1765, año en que fue prohibido por Carlos III. A partir de la alegoría, Effetá proyecta la eterna disyuntiva del hombre, puesto entre Dios y el pecado, con un lenguaje fresco y actual, y con una ambientación provocadora y descaradamente contemporánea. Personajes como Abel o Jacob alternan con otros puramente alegóricos como la Lujuria o la Desesperanza, en un marco ora bíblico, ora informático, pero en todo momento encaminado a exaltar el misterio eucarístico. En resumen, una catequesis dirigida al hombre moderno, necesitado como nunca de que Cristo le introduzca los dedos en los oídos, lo mire cara a cara y le grite: ¡Effetá!