FRATEL MICHAELDAVIDE
Introducción
El «armario de cuatro estaciones»
Primavera: los compartimentos
El cuidado de uno mismo
Las relaciones afectivas
El ocio necesario
El trabajo deseable
Verano: los estantes
Atravesar el tiempo
Habitar los espacios
Cuidar y distinguir las relaciones
Otoño: los cajones
Gestionar los errores
No dejar de soñar
Tener coraje para elegir
Poner orden en los deseos
Invierno: las cajas
Aprender en el sufrimiento
Rejuvenecer en la vejez
La muerte como cumplimiento
Y de nuevo primavera: las perchas
Una vida ordenada para una vida donada
La sabiduría de los antiguos ha hecho resonar durante siglos la invitación al orden vinculado al dinamismo de la creación de la que formamos parte. El Señor Dios ha creado el mundo poniendo orden, sin negar el necesario desorden, que es una premisa ineludible de cualquier reordenación sostenible.
Ser criaturas de Dios y sentirse cada día llamados a ser «capaces de Dios», según la bellísima expresión de Ireneo de Lyon, conlleva la capacidad y la voluntad de saber ordenar la propia vida no para convertirla en aséptica, sino para transformar las tensiones y las ambigüedades en una capacidad real de armoniosa creatividad.