MARDEGAN, ANDREA
Contemplar la Eucaristía como un ardiente deseo de Jesús mueve el corazón a tratar de corresponder del mismo modo.
?Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer?, dice Jesús a sus apóstoles durante la última cena. Instituye entonces la Eucaristía y el sacerdocio, que la perpetúa a lo largo de los siglos.
Ese deseo del corazón de Jesús desvela el sueño eterno de Dios de entrar en comunión con cada hombre, alcanzando con él una intimidad inimaginable. Hay huellas de ese deseo de Dios en el Antiguo Testamento, pero donde se muestra con mayor expresividad es en el discurso del pan de vida y en las horas cercanas a su muerte y Resurrección.