LOPEZ GUZMAN, MARIA DOLORES
Detenerse a escuchar y atender al cuerpo es importante. Nos perderíamos algo de Dios si no lo hiciéramos, pues el hecho de haber salido de las manos de Dios convierte al cuerpo en una realidad enormemente valiosa, cargada de dignidad. La corporalidad nos ayuda a conocernos, a saber quiénes somos y de dónde venimos, y a identificar el rastro del Espíritu de Dios. La autora, desde una mirada laica y un profundo conocimiento de la teología, explica y aclara la relación entre cuerpo y alma. Los capítulos en los que estructura el libro recogen algunos de los elementos esenciales de la corporalidad en los que merece la pena detenerse para meditar y, así, discernir la vida: la identidad (el rostro, la belleza?), los sentidos, el movimiento (el camino, la postura?), la transformación del cuerpo, su espacio (el pudor, los límites, el cuerpo compartido), el dolor (la enfermedad, la violencia, la muerte), y el Cuerpo de Cristo.