VÁZQUEZ BORAU, JOSÉ LUIS
Louis Massignon (1883-1962) es desconocido por muchos católicos en España. En la semblanza que nos ofrece Vázquez Borau asoma, sin embargo, como el hombre providencial que origina el «giro copernicano» por el que el Islam es visto desde la Iglesia con una nueva mirada. Massignon, converso tras una época tormentosa en que experimenta la fragilidad humana hasta el abismo, vive de modo sorpresivo lo que él denomina «la visita del Extranjero». Y queda seducido para siempre. Místico cristiano, descubre la acción insondable de Dios en el alma de un musulmán, Al Hallaj, crucificado en Bagdad en el siglo X. Massignon, entonces, se convierte en un pacificador que promueve la amistad sagrada entre las gentes de diversas religiones, especialmente entre las «Gentes del Libro». Con Mary Khalil funda la Badaliya, una sodalidad cristiana de rito oriental que une a quien quiera en la oración y la vicariedad en favor de los musulmanes. Bajo el influjo espiritual de San Francisco, de Catalina Emmerick, vive su vocación en contacto profundo con San Carlos de Foucauld. Hay quien le ha visto como el mejor fruto de la peculiar misión foucaldiana. Amigo de Gandhi y difusor de sus ideas y su espíritu, se hace pobre, sirve a oprimidos y encarcelados, lucha contra el colonialismo, estudia sin cesar. Otro gran orientalista, Henry Corbin, le trata de maestro. Casado, es, por fin y según el antiguo deseo de San Carlos de Foucauld, ordenado sacerdote por el rito católico melquita. En total, una vida asombrosa y apasionante. Muere en 1962, tres años antes de que el Concilio Vaticano II diera a luz a la Nostra aetate, esa lacónica declaración que ha provocado bajo la guía del Espíritu todo un corpus magisterial, que crece sin cesar, y que, como decíamos más arriba, debe su punto de arranque definitivo a los amores y los dolores de este hermano escondido en el Misterio.