PARRILLA DIAZ, JULIO
Prólogo, de Mons. Juan María Uriarte
Rasgos
Mensaje
Contenido
Tiempo para la memoria
Tiempo de discernimiento y oración
Tiempo de amistad
Tiempo de testificar la misericordia y el perdón
Tentaciones
1. En la penúltima vuelta
2. En el brocal del pozo
3. Hombres y mujeres de Dios
El secuestro de Dios
Abiertos a la acción del Espíritu
Discípulos en camino
Hombres y mujeres unidos a Jesús
Siguiendo su ejemplo y aprendiendo de él
Jesús nos hace discípulos
4. La fidelidad probada
5. Las marcas de la fe
La comunión
La ascética
La mística
La espera
La despedida
6. Unirnos a un Dios que es Padre
Renunciar a los ídolos
No meter las narices en casa ajena
Confiar en la Providencia
Buscar la intimidad
De la mano de Jesús
Buscando el rostro del hermano
Los ojos puestos en las cunetas
Con la fuerza del Espíritu
7. Tiempo para la memoria
8. Tiempo de contraste y discernimiento
9. Tiempo de oración
Las prácticas del encuentro
La vida interior
La práctica del silencio
La práctica de la oración
Orar insistentemente
Atentos a la Palabra
En torno a la mesa
10. Tiempo de amistad
El don de la amistad
El ministerio del cuidado
11. Testigos de misericordia y de perdón
Dios tiene misericordia
Todos necesitamos misericordia y perdón
Dios es para los pecadores
Pedir misericordia
12. Somos pastores de nuestros hermanos
Anunciar un mensaje creíble
Con entrañas de pastor
Siempre hay algo que queda pendiente
Construir la fraternidad de los hijos
Salir a los caminos
No caigamos en la tentación
13. La nostalgia del amor del principio
Aprender a ser discípulo
Abrir el corazón a la compasión
Ser contemplativos
14. Volver a casa
La penúltima vuelta de la vida puede ser un tiempo de gracia y, sobre todo, de esperanza hasta que el Dios de la vida definitiva nos llame. Es un momento en el que muchas capacidades disminuyen, al tiempo que crece la visión interior de las cosas. Hoy se hace más evidente la necesidad de confiar en Dios y de saborear su aliento y su presencia. Y hemos de hacer nuestra la frase de Hildegarda de Bingen: «Soy como una pluma llevada por el viento de la confianza en Dios».
Este tiempo, previo al encuentro definitivo, es un tiempo colmado de recuerdos, promesas, contrición del corazón y súplicas al Dios de la vida. Los últimos rayos del sol se extinguen y se oscurece el horizonte, pero el sol seguirá radiante, aunque escondido, y al siguiente día, con el alba, volverá a brillar, protagonista de la luz y del calor. Es este un tiempo de gracia, confesante y testimonial para quienes creemos en el Dios de Jesús y aspiramos a construir un mundo mejor, más humano e incluyente.