JOSÉ LUIS BARRIOCANAL GÓMEZ
La esperanza se inscribe en el dinamismo que conduce a la persona hasta una vida en plenitud: ser más, estar más cerca de la verdad, de la paz, del bien, de la justicia, del amor, de la belleza Desde la esperanza damos sentido al pasado, al presente y al futuro. No solo yo soy el sujeto de la esperanza. Palabras de esperanza nos muestra que el Señor siempre nos espera y alienta nuestra espera, y que Él es nuestra gran esperanza. El papa Benedicto XVI contaba que «los prisioneros de guerra que estuvieron en Rusia durante diez años o más, expuestos al frío y al hambre, después de volver dijeron: Pude sobrevivir porque sabía que me esperaban. Sabía que había personas que me esperaban, sabía que yo era necesario y esperado». Y añadía: «Este amor que los esperaba fue la medicina eficaz de la vida contra todos los males. En realidad, hay alguien que nos espera a todos. El Señor nos espera» (Homilía del V Domingo de Cuaresma [9 de marzo de 2008]). La experiencia de este amor que nos espera fundamenta nuestra esperanza y hace posible que podamos ser «faros de esperanza» (Papa León XIV, Exhortación Apostólica Dilexi te, n.º 71).