NARBONA MONTEAGUDO, RAFAEL
Prólogo, de Javier Gomá Lanzón
La historia de Jo Berry y Pat Magee
La cólera de Aquiles
Los ídolos de nuestro tiempo
La historia de Gaspar García Laviana
Resistir sin odio
Lévinas: ser para el otro
El Infierno de Dante
La ira de Ajab
El nihilismo de Bartleby
Unamuno y la sombra de Caín
Juventud sin Dios
Perdonar, comprender, amar
La ira es uno de los siete pecados capitales y su expresión más radical es la violencia. A veces se confunde con la justicia. En nombre de la historia o el hombre se han cometido las peores aberraciones. Esos crímenes no han brotado de una ira ciega, impulsiva, sino de una ira fría, gestada en el laboratorio de las ideologías. Se habla incluso de la ira de Dios. La gran innovación del cristianismo consistió en desvincular a Dios de cualquier forma de ira o violencia. La ira siempre deja un rastro de agravios, dolor y resentimiento. Suele decirse que su opuesto es la templanza, pero en estas páginas se apunta que solo el perdón puede neutralizar sus estragos.