LUIS MALDONADO
Merece la pena el intento de abordar el problema de los sacramentos en su globalidad; es decir, el problema del sacramento en cuanto tal. No se trata de estudiar la problemática que presenta tal o cual sacramento concreto. Se trata de remontarse a la raíz misma que subyace y condiciona a cada uno de los sacramentos, a saber: la cuestión del sacramento "sine adieto" a secas: su sentido, su significado y su valor en la vida de la Iglesia. Dicho de otro modo: conviene realizar una indagación en torno a aquellos rasgos y características que son comunes a los "siete sacramentos"; lo que es común a todos ellos; su "Común denominador"; en último término, aquello por lo que tal sacramento es sacramento, por lo que tal acto, gesto o signo es realidad sacramental. Ese común denominador podríamos denominarlo "sacramentalidad".
Por un lado, se intenta recuperar la gran panorámica de los diversos tratados y cuestiones cardinales de la teología, en su unidad frontal, como el contexto real de lo sacramental.
Por otro, se realiza una especie de "viaje" a los orígenes de los sacramentos, a sus últimas raíces bíblicas, hoy demasiado ocultas o ignoradas, debido a la escasa relación existente entre la teología bíblica y la sistemática.
De ese modo se ilumina más perfectamente el sentido auténticamente cristiano y evangélico de la realidad sacramental, a la vez que se ve con mayor claridad por dónde debe ir la purificación de su praxis.
Se trata, en definitiva, de realzar el significado de los siete sacramentos tradicionales, resituándolos en el gran horizonte de la fe y la revelación cristianas, a fin de que puedan ser realmente signos de la misteriosa Presencia del Resucitado entre los suyos; hitos que jalonen, luminosa y esperanzadoramente, el arduo Camino del seguimiento de Jesús en Iglesia y como Iglesia.