CERVERA BARRANCO, PABLO
La figura histórica de san Juan de Ávila y los contenidos de sus enseñanzas están modelados por la acción amorosa del Espíritu Santo.
Esto se podría decir de todo escritor santo, especialmente de un Doctor de la Iglesia. En cierto modo, es la misma acción del Espíritu que formó a Jesús en el seno de la Virgen María y que sigue modelando la figura de la Iglesia y de todo apóstol en un itinerario de santidad y de misión durante toda la historia.
Los dos temas (Espíritu Santo y María) se entrecruzan y, en los escritos del Santo Maestro, se relacionan armónicamente con otros temas, especialmente con la Eucaristía, en el decurso del año litúrgico y durante todo el itinerario de la vida cristiana y sacerdotal. Los santos son una expresión de esta realidad de gracia.
«Haciéndonos renacer el Espíritu Santo, queda el ánima renovada y sale semejable a Dios». Esta vida «espiritual», según los sermones, equivale a la inhabitación de la Trinidad y a la inserción del cristiano en la vida de Dios Amor: «¿Quién son los que han de venir? El Padre y el Hijo y el Espírit