MERINO, FERNANDO
Índice
Agradecimientos................................................... 5
Prólogo.................................................................. 7
Introducción.......................................................... 11
PARTE I. ¿A QUIÉN SEGUIMOS?
UN SOÑADOR LLAMADO JESÚS
1. Mucho gusto, me llamo Jesús......................... 15
2. Jesús estaba loco............................................. 33
3. ¿Dios todopoderoso y Omnipotente
o simplemente papaíto?.................................. 57
4. No se quedó con nada. Jesús lo dio todo........ 67
PARTE II
Y AHORA
¿CÓMO LO SEGUIMOS?
5. ¿Eres follower, o seguidor de Jesús?.............. 79
6. Acércate más. ¡Los humanos no muerden!.... 101
7. Para evangelizar necesitas convertirte... en un hospital de campaña....................................... 121
8. Me enamoré
y ahora,
¿quién podrá defenderme?.............................. 145
9. La oración no termina con un «amén»,
termina con una misión.................................. 165
10. Más que defender la fe,
defiende la causa de Jesús............................... 185
11. ¿Cuidar mi cuerpo?
Pero
¿eso no es vanidad?............................ 207
12. Dios no decide lo que
te toca decidir a ti........................................... 229
13. Amén, amén.
No entiendo, pero amén.................................. 255
14. No te vuelvas un marciano,
¡vuélvete la mejor versión de ti mismo!......... 279
Mi Cuerpo es Comida........................................... 305
Bibliografía........................................................... 307
Estas páginas tienen su origen en las experiencias del autor. Lo que nos pretende comunicar es la necesidad de unirnos en profundidad y dejarnos fascinar cada día más por Jesucristo, que vivió sanando y regalando feliccidad a quienes se cruzaban en su camino. Hoy tenemos que transparentar los sentimientos de Jesús de Nazaret en nuestro mundo.
Para experimentar su mensaje en nuestra vida es necesario que leamos el Evangelio con plena libertad, alegría y responsabilidad, compromentiéndonos desde el corazón del programa de Jesús, que son las bienaventuranzas.
Porque el Padre no tiene pies, ni manos, pero nos tiene a nosotros, por eso tenemos que convertirnos en una buena noticia para los demás. De esta forma cumplimos la voluntad de Dios, no como seres extraños, como unos marcianos, sino viviendo como unas personas normales, pero muy humanas que, desde su propia creatividad e iniciativa, actúan inspiradas por el Espíritu.