SALDAÑA MOSTAJO, MARGARITA
A veces nos imaginamos que Dios está lejos, en un paraíso remoto y ajeno a nosotros. Pero el Dios de Jesús está en la tierra, es un Dios de tierra. No es un dios lejano y aislado del mundo en el confort privado de su bienestar personal. Más allá de las representaciones que nos hacemos de Él y de los ídolos de barro que nos fabricamos continuamente para intentar poseerlo en vano, la pregunta siempre es la misma: «¿Dónde está Dios para mí?».