MONTIEL, JESUS
Prólogo, de Pablo dOrs
1. Un banquito de madera
2. Vivir en el amén
3. La vida en modo avión
4. Un milagro de seis años
5. Historia de Juan el Enano
6. Mientras orino escucho pájaros
7. Meditar no es peligroso
8. Contra la costumbre
9. La cara de Ernesto
10. ¡Qué putada!
11. Mi soledad no es para mí
12. Mi cráneo y yo
13. Limpiar para limpiarnos
14. Quiero ser la montaña
15. Primera necesidad
16. Destensar el arco
17. Aunque es de noche
18. El psiquiatra más efectivo
19. El amor nunca se aburre
20. Somos antenas de radio
21. No amar a los dragones
22. Interrumpir el odio
23. Mi casa y los desperfectos
24. Las cosas hablan
25. Leer menos, leer más lento
26. Perder las llaves
27. El gran silencio
28. El monje y la esclerosis
29. La sociedad epidérmica
30. Cuando escuchamos
31. Regreso a la celulitis
32. Siete pequeñas farmacias
33. Un día sin Google
34. Decir adiós
35. Olor a leña
36. (Epílogo) Pablo, mi maestro
«Llegó a casa hace un par de días y ahora viaja conmigo en el asiento del copiloto, mientras conduzco en dirección al trabajo. Lo confieso: a veces aparto la mano del volante y lo acaricio como a una mascota de madera. Me gusta su tamaño diminuto, la sencillez que predica sin hablar, su tacto antiguo. La madera proclama una vida sin aditivos, con la que me siento más retratado que con el plástico. Amo las cosas elementales, aquellas en las que el hombre no acapara el protagonismo.
Ya de rodillas, encima de mi banquito y con los ojos cerrados, hago una pequeña oración que me ayude a ser tonto. Quiero decir descender desde la idea, lo que llamamos inteligencia o cerebro, hasta el lugar del corazón. Normalmente, vivo arriba, como todo el mundo. Vivir arriba significa hacer planes, lamentar las culpas del pasado, conjeturar lo que los demás piensan de uno, temer la humillación y el no ser considerado. No estar arraigado en lo que está sucediendo, sino a merced del ego, esa muralla entre la realidad y nuestra sustancia».