TORRALBA ROSELLÓ, FRANCESC
Prólogo1. Una experiencia de humildad2. Eterno sustento3. Dios, más allá de los ídolos4. El enigma de la vida5. Alguien vela por mi ser6. La persona, imagen y semejanza de Dios7. Dios adopta la figura de siervo8. La naturaleza, manifestación de Dios9. Acoger la novedad radical de Dios10. Dios aquieta el corazón inquieto11. Dios, maestro interior12. La búsqueda del sentido13. El aguijón del mal14. La relatividad de todo lo que fluye15. La búsqueda de la verdad16. La esperanza de sentido17. Decidir en primera persona18. La belleza, el bien y la unidad19. La fuerza invisible del perdón20. Dios me libera del ego21. La oración, lenguaje del silencio22. Dios, fuente de creatividad y de alegría23. La incertidumbre de creer24. Dios, fuente de audaciaBibliografía
«No trato de convencer a nadie. No me propongo articular una apologética de la fe al modo clásico. Los tiempos de la batalla entre defensores y detractores han sido definitivamente superados. En las sociedades occidentales posmodernas y líquidas, creyentes y no creyentes vivimos en paz, aceptamos la pluralidad como un hecho, incluso como un valor, y juntos luchamos por un mundo mejor. Deseamos conocernos y comprendernos y, sobre todo, identificar los ámbitos de intersección que nos unen.
Tampoco me propongo hallar argumentos supuestamente científicos para dar legitimidad racional a mis creencias. Respeto al sentido último de la vida humana, a lo que verdaderamente nos espera después de la muerte, a la existencia o no de Dios, la ciencia no puede emitir un juicio certero, pues tal cuestión trasciende los límites de su metodología y también sus objetivos como saber humano.
Simplemente deseo expresar, en primera persona del singular, las razones que me inducen a creer en Dios o, mejor dicho, a vivir confiado en él. Se puede vivir legítimamente sin Dios en este mundo, pero también es legítimo enfrentarse a las grandes experiencias de la vida desde la fe en Dios» (F. Torralba).