LUIS ALBERTO DIEZ GONZALEZ
Habrá quien de estos primeros años del siglo XXI solo extraiga que la vida comunitaria está en un deterioro imparable.
Efectivamente así es, si sólo atendemos a las cifras estadísticas y a la media de edad. Para mí, sin embargo, estos primeros años del siglo XXI ofrecen una riqueza insospechada. Los procesos de reorganización, sin embargo, no han provocado los efectos soñados porque, a mi modo de ver, no han tenido suficientemente en cuenta tanto las realidades contextuales, como los cambios antropológicos y los procesos de socialización y relación en los cuales también se inscribe la comunidad consagrada.
De ahí, que la situación de la vida consagrada esté pidiendo una urgente propuesta de reorganización desde un paradigma nuevo.