GARCÍA INFANTE, ANDRÉS EDUARDO
Prólogo, de Emilio J. Martínez González
Introducción
I
Las heridas de Cristo
1. La carne es el quicio de la salvación
2. Varón de dolores: los cantos del Siervo
3. La pasión de Cristo o la locura de un Dios enamorado
4. ¿Un Dios cruel? Sentido teológico de la muerte de Jesús
II
Las heridas del mundo
5. Las noches oscuras u el silencio de Dios
6. «Dentro de tus llagas, escóndeme»
Alma de Cristo, santifícame
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame
Agua del costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame
¡Oh buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme
No permitas que me aparte de ti. Del enemigo maligno, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén
7. La gloria de la cruz: la piedad popular
8. Cristo, el buen samaritano de un mundo roto
Epílogo
Bibliografía
La primera parte de este libro plantea la encarnación como punto de partida para situar la reflexión; los Cantos del Siervo de Isaías como prefiguración de los dolores de Cristo; la pasión como la locura de un Dios enamorado y, por último, el sentido teológico de la muerte de Jesús, a fin de corregir algunas desviaciones que han desfigurado de manera grotesca el rostro de Dios, proponiendo lo propio del dato revelado.
La segunda parte #las heridas del mundo# aborda la crisis propia de las noches oscuras y el silencio de Dios, la espiritualidad de la consolación, la gloria de la cruz #el sentido del sufrimiento desde la perspectiva cristiana, que no tiene nada que ver con la crueldad que se recrea en el dolor# y, por último, la continuación de la obra salvífica de Cristo a través del paradigma del buen samaritano.
Aunque a veces de forma muy extraña, sufrir puede ser un modo de amar.