ALONSO, PEDRO JUAN
La obediencia hoy está necesitada de un "reciclaje" bíblico-teológico con su asimilación y tiempo de aplicación en las comunidades de consagrados/as. El paso es tan simple como necesario: vivir la corresponsabilidad, el diálogo, la animación comunitaria, la libertad y capacidad creativa de los consagrados como un don y no como una amenaza.
La nueva obediencia no es un cambio de ciclo, sino un volver a los fundamentos bíblicos, donde se nos revelan particularmente interesantes los relatos de los orígenes del hombre y la espiritualidad profética, asumidos y coronados por el Obediente, Jesús de Nazaret.
El ser "memoria constante" de la VC en la Iglesia de la necesidad de la escucha de la Palabra y de la vida de Jesús llevan su seguimiento obediente, dando sentido humanizador a la vida, presentando alternativa y esperanza a nuestra sociedad intrascendente, sin horizonte lejano (que ni sabe de Dios ni le espera), ni cercano (lo que tiene al lado). La obediencia con los cercano tiene que ver con el dolor, el sufrimiento y su sentido, como "órdenes" urgentes.
La comunidad como sujeto profético obediente, desarrola la vocación humana de sus miembros y llena de sentido su misión obediente, llevando la propuesta de Jesús a los más desfavorecidos: ¿qué quieres que haga por ti?