MATTEO, ARMANDO
Introducción. Decidir decidirse 1. Llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús Caída de la natalidad eclesial El sueño misionero de llegar a todos La nueva ciudad del hombre 2. Nosotros somos el cambio Saltos exponenciales Una nueva especie Ambivalencia 3. El fin de la cristiandad Adoración de la juventud Instrucciones para vivir, instrucciones para creer Ruptura en la transmisión generacional de la fe 4. Imaginar el cristianismo del futuro Cuando todo es importante, nada es importante «Primerear» Jesús y la verdad sobre el propio hombre 5. La alegría del Evangelio Los ojos de la fe El nombre de Dios es misericordia Acuérdate de amar 6. Pastoral de la amistad Transformarlo todo Facilitadores de la gracia Es tiempo de dieta 7. Un nuevo sueño de fraternidad Salir de sí mismo Custodiar la proximidad para con los pobres Se buscan buenos samaritanos 8. Molestar La globalización de la indiferencia La raíz humana de la crisis ecológica La condena de los jóvenes 9. Retornar a la mirada de Jesús Dejarse contemplar Vio a un hombre El gusto espiritual de sentirse pueblo 10. Encender el fuego en el corazón de los creyentes No ceder al miedo malo No ceder al resentimiento No ceder al «retrocedismo»
Esta obra plantea la propuesta de una «opción Francisco». Haciendo propio el horizonte de pensamiento del papa actual, el autor sostiene que la imagen del cristianismo hacia la que hay que apuntar deberá caracterizarse por algunas notas peculiares: en efecto, será un cristianismo que pone en el centro la alegría del Evangelio, que se interesa por la «fecundidad» de la Iglesia; un cristianismo que no teme ser creativo y que sabe tomar la iniciativa; un cristianismo que cultiva prácticas y sueños de fraternidad para todos; un cristianismo que sabe retornar cada día a la mirada misericordiosa de Jesús.No obstante, proceder según la opción Francisco no será una operación simple e indolora. Todo lo contrario. En efecto, dejar el «siempre se ha hecho así» requerirá de los creyentes y sobre todo de sus pastores audacia, valentía, paciencia y muchísimo amor al Evangelio y a la humanidad. Sin embargo, el camino está trazado.